¡QUÉ FÁCIL ES PEDIR PERDÓN!

Cómo se nota que los españoles hemos sido educados en la moral católica. Qué fácil resulta cumplir sus normas. Esta se basa en el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y en la vida eterna. Si quieres conseguir el cielo, premio final, basta con arrepentirte de tus pecados. No tienes que hacer nada más. Es muy sencillo: dices “perdón”, el cura te absuelve y ¡hala! a seguir pecando. Siempre recuerdo una historieta que nos contaban los predicadores de Ejercicios Espirituales, de aquel malvado que pecaba constantemente pero quería salvarse, por lo que siempre llevaba al lado un cura para que en el momento de la muerte le pudiera dar la absolución. Ya dice el Evangelio que «habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve que no lo necesitan».

Estoy seguro de que desde ayer llevan los ángeles celebrando el arrepentimiento de Mariano Rajoy. Al oírle me recordó esa escena cotidiana que vemos en nuestros parques, plazas o patios de vecindad. El niño pega un balonazo a un señor o señora que está sentada en la terraza de un bar y le arroja su café por el suelo o por la mesa y viene la mamá y con gran delicadeza, eso sí, y le dice al niño:”Jaime, pide perdón a la señora”. Y el niño dice riéndose: “perdón” y casi al mismo tiempo sale escopetado a jugar de nuevo con la pelotita con lo que el peligro de volver a ser golpeada o golpeado de nuevo es tan grande o más que antes; pero como ya ha pedido perdón…

Así no se educa a un niño. Ser responsable implica tener que hacer frente a las repercusiones que conlleven nuestros actos; si no tiene castigo, volverá a repetirlo cada vez que se le antoje. NO ES SUFICIENTE CON PEDIR PERDÓN, es un mero formalismo que el niño ha aprendido que no tiene ninguna repercusión y por lo tanto puede seguir haciendo de las suyas porque sabe que no le va a pasar nada.  O lo que es lo mismo, no tiene que responder de sus actos.
El señor presidente es como este niño: pide perdón, pone cara de bueno, hasta gesto compungido y se va tan feliz porque cree que ha cumplido. Pero es como el niño que cumple con el formalismo que le indica su mamá. Él cree que es lo que se le exige en estos momentos en que la pelota de la corrupción nos ha dado a todos los españoles en mitad de la cara. Pero no basta señor presidente. No es suficiente. DEBE USTED RESPONDER DE SUS ACTOS. Aunque a usted le parezca que ya no tiene que hacer más, porque ha cumplido con la moral católica.
Pero le queda lo que yo considero es lo más importante para un buen político: RESPONDER DE SUS ACTOS. Y  ¿cómo responder de los actos un presidente que se ha equivocado (según sus palabras) eligiendo a personas que no merecían la confianza que despositó en ellas? Pues sencillamente: presentando LA DIMISIÓN y convocando elecciones. Y se haría un gran favor porque así no necesitaría negociar un plan con la oposición sobre corrupción. Seríamos los españoles los que limpiaríamos las cloacas del estado con nuestros votos. No se vería en la tesitura de tener que expulsar a la cantidad de políticos de su partido envueltos en asuntos de corrupción y de paso se llevaría por delante a todos los corruptos de la oposición. Con lo que mataría dos pájaros (y menudos “pájaros”) de un tiro.
Por eso le digo: háganos un favor, señor Rajoy. Presente su dimisión, sea usted un hombre consecuente con el cargo que ocupa; no continúe como si no pasara nada dada la situación en que nos encontramos; haga ver a los ciudadanos que todavía quedan políticos honorables (usted lo sería) y que no se agarra al poder como el náufrago, que faltándole las fuerzas, antes de hundirse definitivamente, se aferra a un tronco creyendo que así se salvará.

Dignifique la profesión que ejerce desde hace tanto tiempo y que está tan desprestigiada. Muestre el camino a los jóvenes que un día ejercerán su misma profesión: QUE NO BASTA CON DETENTAR EL PODER, que hay que merecerlo. Que sin la confianza de los conciudadanos, tanto los que le han dado su voto como los que no se lo dieron, es imposible gobernar. Y en estos momentos, SEÑOR PRESIDENTE, no sé por qué me da que no tiene la confianza de los españoles.
Si yo fuera usted,¡DIMITIRÍA Y CONVOCARÍA ELECCIONES!