LOS JÓVENES TAMBIÉN LEEN POSESÍA
Parece ser que últimamente se vende poesía para jóvenes y escrita por jóvenes. Y lo dice un empleado de la casa del libro de la Gran Vía madrileña, que lo sabe porque dice que se venden como rosquillas estos libros. No serán seguramente como los libros de poesía de los clásicos pero da igual. Me gusta que los jóvenes lean poesía, es una de las cosas que engrandece al ser humano y eleva el espíritu. Seguramente, si a todos esos cafres de los grupos ultras que van al fútbol, les castigaran con leer todos los días algún poema de nuestros poetas, se convertirían en “valdanos” bien hablados y dejarían de matar y de pelear.
Cuando oigo a alguien, sobre todo si es mujer, de cuya sensibilidad nadie puede dudar, decir que no le gusta la poesía porque no la entiende, me digo siempre lo mismo. La poesía no hay que entenderla, hay que sentirla.
Esta mañana en un programa de radio alguien leyó un poema y luego todos los que participaban (quien dirige el programa, quienes la acompañan y los oyentes que llamaban) interpretaron lo que la poesía quería decir. Y fue bonito comprobar que cada uno había entendido una cosa pero que los que habían interpretado de forma distinta el poema acabaron por aceptar la interpretación de los otros porque también era posible.
Siempre recordaré al crítico de arte, (ya desaparecido) Santiago Amón, cuando vino a mi instituto y nos contó que una vez había entrevistado a Joan Miro. Y que ante un cuadro suyo le había dicho que le recordaba a otro de Picasso y que lo que quería decir era…. (no recuerdo el qué). Y Miro se le había quedado mirando pensativo y le había respondido: “pues mire usted. El cuadro de Picasso del que dice que yo me inspiré ni lo conocía por aquel entonces, lo que indica que los dos cuadros posiblemente responden a una época y a una situación de la España de entonces. Y respecto a lo que dice usted que quiere transmitir, pues nunca lo había pensado ni era mi intención decirlo pero ahora que lo dice usted es posible que yo lo diga”.
Lo que significa que el arte (aparte de otras definiciones que no voy a comentar) es fundamentalmente “sentimiento”. Así lo creo yo. Y ya lo decía Machado: “la poesía es la palabra en el tiempo”. Y la poesía es sentimiento ante todo, a pesar de que Paul Verlaine decía que era “de la musique avant tout chose”, es decir, música antes que nada. Que también es posible. Pero esta no me interesa apenas. Ya lo decía Juan R. Jiménez: “se fue vistiendo de no sé qué ropajes y la fui odiando sin saberlo”.
Yo he tenido la suerte de ser profesor de literatura y de leer por tanto en clase algunos poemas. Y he podido comprobar que la emoción no es patrimonio de pusilánimes ni de débiles sino todo lo contrario, producto de sensibilidad y de humanidad. Y he visto a alumnos y alumnas enjugarse las lágrimas después de leer un poema de Machado o Hernández o Neruda o Lorca.
Recuerdo que en una ocasión preparé con unos alumnos un recital de poesía de Miguel Hernández. Acompañábamos dicha poesía con música y hasta con baile. A la presentación del vamos a llamarlo “espectáculo” asistieron personas de distintas clases sociales y culturales. Había profesores, alumnos, padres de estos alumnos y esposas y esposos de los respectivos, señoras de la limpieza, y conserjes.
Al acabar, el marido de una profesora, de profesión: bancario (no creo que se distingan por su sensibilidad, y que me perdonen los trabajadores de banca) se dirigió a mí y, todavía con el pañuelo en la mano, me dijo: “cabrón, me habéis hecho llorar”.
Pues sí, me alegro de que se venda poesía, de que los jóvenes lean poesía, de que compongan poesía, aunque lo llamen “rap”, de que siga habiendo gente que se emociona cuando lee o escucha cosas como esta: “la rosa no es rosa por bella sino porque en ella habita una flor”, que no pertenece a un poeta de los que se estudian sino a uno de esos trovadores de la canción, como es Luis E. Aute, o cosas como las que escriben Neruda: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche, yo la quise, y a veces ella también me quiso”. M. Hernández: “Aunque bajo la tierra mi amante cuerpo esté, escríbeme a la tierra que yo te escribiré”. Machado: Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!… Así podríamos seguir hasta casi el infinito.
Quiero en estos momentos tener un reconocimiento para un profesor que tuve cuando no había cumplido los trece años, que me daba clase de ciencias naturales, que se llamaba (y espero que se siga llamando) don Isidro, que cuando no le apetecía mucho explicar lo que eran los lamelibranquios o los lepidópteros, nos leía poesía de Machado, Lorca o Miguel Hernández, que por otra parte estaban prohibidos en España por aquel entonces. Gracias a él muchos de nosotros entramos en contacto con la poesía.
Y como decía Bécquer, la poesía no es algo raro, es algo sencillo y que está a nuestro alrededor, porque, si preguntas “¿qué es poesía? Gustavo A. Bécquer responderá:
Qué es poesía? –dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.