RASGARSE LAS VESTIDURAS
«Alberto Ruiz-Gallardón no pudo aguantar y se levantó del patio de butacas del Teatro de la Zarzuela. El exministro de Justicia y exalcalde de la capital no fue el único en sentirse molesto. Desde el estreno de la zarzuela ¡Cómo está Madriz!, decenas de personas han mostrado su rechazo a la propuesta por sus críticas a una sociedad meapilas y a la corrupción política».
El País 9-06-2016
Me parece increíble que una persona a la que considero inteligente, como es el señor Gallardón, se ofenda y se escandalice porque en una obra de teatro (en este caso una zarzuela) se critique aspectos negativos de la sociedad. Pero causa sonrojo, cuando no indignación, que sea porque se critica a una sociedad meapilas y a la corrupción política. ¿Acaso no responde a la realidad de cada día?
“Mientras Gallardón salió supuestamente ofendido por las referencias a sus compañeros populares –alusiones directas a Bárcenas, Rato y Camps a los que asemejan a ratas-, otros espectadores se indignan en el segundo acto cuando a un cardenal se le practica una felación en un prostíbulo”.
El País 9-06-2016
¿Tan difícil es aceptar que compañeros de partido que han cometido irregularidades aprovechando sus cargos públicos, son criticados o utilizados como motivo de mofa y risa? ¿No podemos soportar que a una autoridad eclesiástica se le practique una felación y en cambio podemos aguantar que niños indefensos sean violentados y violados por figuras eclesiásticas en lugares tan sagrados como sacristías o seminarios? Ciertamente a muchos conciudadanos nuestros les cuesta aceptar la realidad. Y prefieren cargarse de cinismo e hipocresía y rasgarse las vestiduras como muestra de lo ofendidos que están.
Esto no es nuevo, esta táctica la lleva usando cierta sociedad española desde tiempos inmemoriales. Esta sociedad es más implacable con quien utiliza al delincuente y sus fechorías como motivo de risa que con quien comete el delito. De no ser así, no se entendería que el PP, con numerosos casos de corrupción en sus filas, siga siendo el partido más votado o que el señor Messi sea vitoreado cuando acude al juzgado por haber cometido presuntas irregularidades fiscales y se le defienda hasta en los platós televisivos.
El que esto escribe recuerda perfectamente cómo estando representando una obra de teatro, basada en la poesía de Miguel Hernández en un pueblo de Ávila, el alcalde aprovechó el verso “me duelen los cojones del alma”, para al grito de: “que hay niños” montara el número y parara la función. ¿Le preocupaba realmente el daño que aquel verso podía inferir en la inocencia de los pequeños que estaban presentes? ¡No! Su preocupación máxima era que no siguiéramos recitando los poemas de aquel poeta “rojo” llamado Miguel Hernández.
¿Le preocupa a esta sociedad representada por el señor Gallardón y todos los que le acompañaron en las protestas el que se criticara a los corruptos? ¡No! Lo que realmente les aterra es que exista la libertad de expresión (aunque ellos dicen defenderla) y que con ella se pueda denunciar, explicar, enseñar, alertar… en definitiva, despertar en el alma de los espectadores la propia conciencia y la capacidad de discernir el bien del mal.
Es triste que se confunda el arte (que sea bueno o malo es otra cosa y cada uno dará la valoración que estime oportuna) con la realidad. O es que quizá va a ser verdad que, como decía el poeta, “la poesía es un arma cargada de futuro”. Solo así se entiende el miedo que tienen algunos a que se denuncien situaciones de corrupción o de injusticia por medio de manifestaciones artísticas.
A mí me escandaliza mucho más la realidad cotidiana de pobreza y abandono en que viven muchos de nuestros conciudadanos, mientras los políticos cobran magros sueldos y disfrutan de privilegios que ellos mismos se han concedido. Y por cierto, ¡sin mérito personal alguno!
(Claro que a lo mejor estoy equivocado)